martes, 22 de marzo de 2016

Lluvia

Se podía oír la lluvia,su murmullo y sus susurros,cualquiera juraría que no estábamos en Madrid, tal vez por el silencio que profesaban los coches a nuestro piso de ventanas abiertas y cortinas descorridas. Las nubes calaban al cielo, o al menos lo que se llegaba a ver de él,pues ya había quedado todo cubierto; ni las luces del apartamento llegaban a iluminar la estancia plenamente; fuera todo se acumulaba, la oscuridad sobre la oscuridad, y las sombras sobre los brillos de las gotas, que caían golpeando el suelo,terminando su camino con el sonido del golpe seco sobre la acera o sobre el capó de los coches que seguían sin hacer ruido, a pesar de que estaban funcionando ahí fuera.

La oscuridad se imponía sobre ellos,ininterrumpida y silenciosa, se superponían los restos de una novela mal escrita y los puntos de una historia truncada,desaparecían paulatinamente tus recuerdos,las heridas de guerra mal provocadas,ahora indoloras. Horas después parecía que el viento lo dominaba todo,podía llegar a ser verdad,ahora ya no había murmullos ni susurros, ahora había gritos que tras la lluvia pedían piedad.

lunes, 21 de marzo de 2016

Sus zapatitos de cristal

Vuelvo a mis putas tristes
y sus zapatitos de cristal;
si no pagas,no mires
los manos son viciosas al pensar.

Las esquinas siguen grises
con sus colores de metal,
pues un día te quise;
y te quise,de verdad.

No había otra tierra firme
que la que tenias al mirar
como aquellas putas tristes
se morían,y morían sin piedad.

Y no se como decirte
que sin mirar atrás,
te marches sin que te invite
con tus zapatitos de cristal.

Fdo:El Caballero de Olmedo.

sábado, 19 de marzo de 2016

Madrid, hotel de ocho estrellas

Te conocí en un hotel de siete estrellas,

estabas en la primera habitación

que tenía una puerta entre abierta

aunque esta fuese la trigésima,

y no me quedase ni paciencia ni razón

alabo a esa mujer en su existencia

pues poco a poco entre sus desastres

me fui haciendo camino hacia la cordura.


Los amores no hacen males ni locuras

dejan las puertas abiertas o cerradas

o hacen que no te fíes ni de tus palabras

pero hacen que madures como las frutas,

te conocí  en un hotel de siete estrellas,

se llamaba y se llama Madrid

mañana me marcho,no cabe duda,

de un hotel de siete estrellas,

ocho si te contamos a ti.

Fdo:El Caballero de Olmedo.

jueves, 17 de marzo de 2016

Paulatinamente

Paulatinamente, sonó el reloj aquel amanacer,todavía quedaban cuerpos demacrados en aquellos angostos túneles bajo París, la noche era asesinada por las luces de la mañana, luces que aclaraban el genocidio que ocurrió el día anterior, y el día anterior, y así hasta el principio de los días. Los adoquines estaban descolocados, desordenados, parecía que sobre ellos había pasado una manada de elefantes,
pero seguramente,realmente, lo que había pasado sobre ellos era el más basto ejército que la humanidad haya visto, aquello que también pertenece a nuestro mayor temor, fobias con un sentido personal, fobias que nadie entiende, simplemente fobias.

No,no estoy hablando de la guerra, pues nadie teme a los conflictos,ni tampoco a las confrontaciones; siempre nos hemos encontrado con ellos en la vida, y para sobrevivir, para aprovechar de verdad nuestro tiempo,hemos de superarlos.

Tememos a las consecuencias de la guerra, a la muerte, a la destrucción, al exilio de la gente, a mil versos asesinados por sus escritores, que fallecen por la falta de alegría, pues la guerra solo es una confrontación de emociones que solo provoca muerte y desilusión.

De nuevo,paulatinamente, sonó el reloj, esta ocasión sonaba en el atardecer, los cuerpos habían desparecido y tras ellos se habían dejado regueros de sangre, regueros que denotaban que habían sido arrastrados por animales huraños; la ciudad estaba destruida,la guerra había acabado con todo, y ya no se respetaban ni a los muertos.

viernes, 4 de marzo de 2016

Esta vez en tus secretos

Hoy te reescribo,

esta vez en  tus secretos;

pues no quiero encontrarme al peligro

en las puertas del infierno.

Planto cara a mi locura,

hago mal, soy consciente

y no le echo culpa a mi demencia

por no afectar a mi mente.

Te quiero desde el lado oscuro

de la patria de tus ojos,

patria de todo un mundo,

de visiones que se ven obtusas

para una mirada que no sale de tus ojos.

Fdo:El Caballero de Olmedo.